lunes, febrero 01, 2010

Diario de un Antimenfotista 126 - EL "DEJA VU" DE MARIO GAVIRIA

publicado en “La Verdad” de Viernes 15 de Enero de 2010

EL
DEJA VU DE MARIO GAVIRIA

Valencia, años 70. Las continuas inundaciones producidas por las subidas del Río Turia, que atraviesa la ciudad, aceleran la consecución de una antigua aspiración ciudadana: la construcción de un nuevo cauce fuera del casco urbano y la consecuente liberación y recuperación de los terrenos por donde hasta ese momento ha transcurrido el curso fluvial antes de desembocar en el mediterraneo. Esos terrenos no son moco de pavo: más de 14 kilómetros lineales y más de un millón y medio de metros cuadrados hasta ahora ocupados por el agua y que la ciudad que la ciudad recupera entonces. La opinión pública se pregunta entonces a que se van a dedicar este nuevo suelo que atraviesa el corazón de Valencia.

ESTE SEÑOR ES MARIO GAVIRIA

Algunos ciudadanos estaban esperanzados ante la posibilidad de que las autoridades aprovecharan esta oportunidad histórica para mejorar su ciudad. Sus corazones se encogen cuando el proyecto oficial se hace público: se proponen 8 carriles de autovía y la destrucción sistemática de los puentes históricos bajo los cuales discurrirán. La consigna, dicen, es facilitar el tráfico de mercancías hacia el puerto de Valencia. Era el desarrollismo en acción. Uno de estos ciudadanos sobrecogidos es un navarro, pionero de la Sociología Urbana en España. Se ha formado en California y Francia (siendo discípulo del conocido Henri Lefevre), y en ese momento reside en Valencia. Su nombre es Mario Gaviria. Ante la monstruosidad de proyecto oficial, Gaviria toma una decisión audaz: elaborar un contraproyecto, con todas las técnicas profesionales y científicas a su alcance que lance a la ciudadanía la idea de que una alternativa al asfalto es posible. Gaviria sueña con un gran parque que atraviese la ciudad, incluso con piscinas cada cierto número de kilómetros para uso de los vecinos de los barrios ribereños. Un proyecto que respeta el patrimonio arquitectónico que son los puentes del Turia en lugar de entregar 14 kilometros de ciudad al tráfico rodado en nombre del desarrollismo económico.


Aquello era especialmente atrevido para la época: estamos en pleno franquismo. El movimiento ciudadano, si existe, es clandestino, incluso las Asociaciones de Vecinos. No existe el concepto de “debate público” de los proyectos. Gaviria logra aglutinar en torno a su contraproyecto a un puñado de estudiantes e intelectuales. La que entonces era su esposa le amenaza con el divorcio (aunque no fuera legal todavía en España) cuando se entera que la campaña de concienciación ciudadana que planea Gaviria le costará dos millones de las pesetas de entonces, todo un potosí. No es la primera vez que el sociólogo predica en el desierto: el mismo se costeó, con otros cómplices, un libro para advertir de los males que supondría intentar vertebrar el País Valenciano con una autopista en lugar de apostar por el tren (el cual no obtuvo repercusión). A la campaña por el contraproyecto del Turia se le vaticina un rotundo fracaso. Sin embargo, Gaviria y compañía llenan los comercios, los bares y los lugares donde les dejan de grandes carteles de cuatro metros contando que una alternativa al monstruo de asfalto es posible. Contra todo pronóstico, la campaña surte efecto y la opinión ciudadana logra cambiar la acción de la autoridad dictatorial de la época. A Mario Gaviria siempre le quedará el resquemor que, una vez el proyecto fue aprobado, este se concediera en su totalidad para ser ejecutado al arquitecto Eduardo Bofill, ignorando al que fue su artífice e ideólogo. Con el tiempo, Mario Gaviria se convirtió en autoridad en Sociología rural y urbana, asesor de la ONU y pionero del movimiento ecologista y anti-nuclear en España entre otros muchos hitos (como el Premio Nacional de Medio Ambiente).

Hoy el antiguo cauce del Turia en Valencia es un jardín y no una autovía graciasa los esfuerzos de Mario Gaviria y compañía. Ojalá en los terrenos de las vías del tren en Alicante tengamos algo así algún día.

Hoy Mario Gaviria tiene 71 años y reside en Benidorm, ciudad que le encargó varios estudios sobre desarrollo urbanístico y turismo. Él es de esas personas que nunca se retira del todo. A vueltas con su empeño por reflexionar en torno a las bondades del tren contra la carretera, consulta con su amigo José María Perea sobre la cuestión de la futura red AVE, de la cual se ha dejado fuera a su Benidorm. Perea entonces le habla del proyecto de nueva estación intermodal en Alicante y de los proyectos que se han propuesto a la ciudad para liberar los terrenos de las vías de Renfe y devolverlas a la ciudad: el “oficial” de soterrar las vías (a cambio de llenar el terrenos de asfalto y edicicios para pagar la obra con sus supuestas plusvalias) y el “contraproyecto” que la Plataforma Comarcal por la Movilidad Sostenible (PCM) ha elaborado para proponer el retranqueo de la estación como solución barata para liberar los terrenos y convertirlos en un gran parque central conectado con tramvía y autobuses con el centro de la ciudad.


Es entonces cuando Mario Gaviria tiene su “Deja Vu”. Su memoria retrocede a la Valencia de los años 70, en donde, al igual que la PCM se lanzó en aquella campaña para demostrar a su ciudadanía que la alternativa al asfalto es posible. La PCM y Mario Gaviria se reunen, e incluso esta semana han celebrado un acto público. La PCM ha ganado así un aliado de mucho peso. Mario Gaviria aporta peso intelectual a un contraproyecto ilusionante y una dosis de esperanza, pues él ya triunfó contra todo pronóstico en la batalla que está librando ahora mismo la Plataforma.
La PCM continua peleando por su proyecto del retranqueo, el cual parece barato y realizable frente al cada vez más dudoso soterramiento (eso de pagar la obra con las plusvalías de los pisos, en los tiempos que corren, no suena muy bien). Gaviria también encuentra un argumento para convencer a los reacios a que la estación se desplace dos kilómetros provincia adentro: la nueva estación intermodal, posible estación del AVE, ha de considerar su centralidad en el ámbito provincial. Dará servicio a los más de 1.800.000 habitantes de la provincia, no solo a los 334.000 de la capital, así que favorecer el servicio y llegada de los usuarios de la provincia, y su conexión con otras redes y trenes, debería ser la prioridad sobre la posibilidad de seguir cogiendo el tren en el centro de la ciudad de Alicante, que estaría conectado de todas maneras con la nueva estación mediante transporte público sostenible de alta frecuencia horaria. A mi hace tiempo que la PCM me ganó para ¡Antimenfotizar Alicante!

1 comentario:

Elkiko dijo...

A mí también me ganó la PCM, porque de todas formas, esté donde esté la nueva estación, tienes que acabar cogiendo un medio de transporte, ya que esto va en función inversamente proporcional a la edad del usuario, al número de maletas que lleves y a la distancia a la que vivas (no es lo mismo tener 30 años, ir con una maleta con ruedas y vivir en Benalúa, que tener 60, ir con la misma maleta y vivir en el Raval Roig -por no decir un barrio muy lejano-). Quizás añadiría a su propuesta, un único túnel de cercanías que llegara a donde está ahora. Desde luego la ejecución del tranvía tendría que ir pareja al resto.