publicado en “La Verdad” de Viernes 31 de Agosto 2007
Me encuentro un día entre semana a las doce de la noche junto a casi cien personas en una cala alicantina que por ahora mantendremos en el anonimato. La reunión se viene celebrando todas las semanas desde que llegó el verano. Es un gran encuentro prácticamente clandestino entre seguidores del Hip-hop cuya convocatoria ha ido creciendo de boca en boca. Se juntan para ver una sesión de una de las variantes más espectaculares de Rap: es el “Freestyle” o improvisación.
Alguien dispara la señal para comenzar y comienza a sonar desde el radiocasette de uno de los coches allí reunidos una base musical creada para la ocasión por algún productor (o más bien “beatmaker”) alicantino. Enseguida se forma un corro con los participantes que quieren mostrar sus habilidades esa noche, la mayoría habituales de estas sesiones. en las que Cres hace de MC, o maestro de ceremonias, más que nunca.
La gente alrededor intenta arremolinarse en torno al corro de Freestylers. Se van sucediendo las rimas improvisadas, pasándose el turno y rapeando al ritmo de la base intentando que no te toque “la negra” (que la musica acabe justo cuando tú estás soltando tus rimas). Durante más de dos horas, la sesión se convierte en un derroche de ingenio, bien por la calidad lírica de las improvisaciones de los MC's o bien o bien por los toques de humor con los que los participantes del rimadero adornan sus intervenciones. El ambiente es genial y de muy buen rollo.
La noche de luna llena es preciosa, y la proximidad del acontecimiento al mar le otorga un plus de romanticismo y también de alicantinidad. En esas, me da por el vicio este que tengo de mirar siempre el cuadro completo y la manía de concebir la cultura alicantina como un todo. Lo primero que me viene a la cabeza son otras reuniones clandestinas que se celebran aperiódicamente en los viejos túneles de la abandonada vía de tren Alicante-Alcoy. Se trata de “rave partys” o “raves”, encuentros de música dance muy cañera que atraen a un público mucho más variado que el de los seguidores habituales de este tipo de música, atraídos por el concepto del evento más que por el sonido que predomina. Aquello es mucho menos espontáneo que las sesiones de freestyle junto al mar, mucho más secreteo en cuanto a sus convocatorias (quizá por lo cuestionable de su legalidad, lo que le añade un factor de riesgo que estoy seguro no perjudica a la asistencia precisamente).
Me acuerdo también de algunos bares que conozco que son punto de encuentro de poetas, músicos y bohemios en general, los cuales también bordean la ley al superar el horario permitido de apertura para que sus parroquianos puedan continuar su actividad cultural (las puertas metálicas casi cerradas a las que se llama en plan contraseña son características). O incluso karaokes con ambiente algo sórdido a los que se accede de madrugada por puertas laterales en busca de cócteles y canciones.
Ya lo ven: en ocasiones, las instituciones intentan atacar la cultura alternativa (denegación de permiso a Alacant Desperta, presión a determinados bares para que cierren...) y en ocasiones la cultura encuentra las vías para organizarse de manera clandestina y no por ello menos interesante.
Junto al mar, con luna llena y escuchando a algunos de los mejores freestylers de la provincia, me da también por pensar en los menfotistas, en aquellos que se quejan de que en Alicante no hay “ná” cultural que merezca la pena (y, por suspuesto, no mueven ni un dedo para que eso cambie). Mi consejo de la semana es que rebusquen bien en las calles (e incluso calas) de Alicante. Allí hay voces culturales muy interesantes esperando ser oídas.
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