jueves, abril 29, 2010

Diario de un Antimenfotista 133 - SUPPORTER BAR

publicado en “La Verdad” de 5 de marzo de 2010


SUPPORTER BAR

En estas columnas hablamos regularmente sobre Bares emblemáticos de la noche alicantina, auténticos dinamizadores del ocio y la vida musical, bien por tener una especial actividad cultural, bien por cuidar un estilo de música minoritario, la mayoría de los cuales aglutinan una parroquia fiel de habituales seguidores a su alrededor. Es mi deber comparecer ante ustedes, golpearme el pecho y confesar que, hasta ahora, me había olvidado de un histórico; el Supporter Bar. Últimamente a la gente de mi ámbito, ya sea de gustos Indie-poppies, rockanrolleros o punkrockeros, le ha dado por acabar la marcha del Barrio en el Supporter. Es lo que tiene la música d ellos 60, 70 y 80, que nos suele gustar a todos los melómanos y nos pone de acuerdo.

La historia del Supporter es la de muchos bares emblemáticos del Barrio. El Cherokee lo abrieron dos amigos franceses que se enamoraron de Alciatne y se vinieron para acá abriendo un bar. El Cure, la de dos amigos de Aranda de Duero que hicieron tres cuartos de lo mismso. El Pixies, igual que el Cure, dos amigos que abren un bar con música distinta al mainstream del momento en la Playa de San Juan para hacer negocio un verano, le cogen gusto a la cosa y abren en el Barrio. En 1989, Aitor Larruskaín, donostiarra y orgulloso socio de la Real Sociedad (dato nada baladí, como se verá adelante) se lía la manta a la cabeza y abre en la calle San Nicolás, detrás de la concatedral, un disco-bar que servia Pintxos, a la vasca (aunque visto por donde evolucionaron los gustos de la clientela pronto se centraron en las copas y la noche en perjuicio de la parte culinaria). Aitor se juntó con su amigo autóctono, Juan Carlos Ortuño, que le ha estado acompañando desde siempre a los platos y tras la barra. Cabe recordar que en aquella época pre-plan RACHA el Casco Antiguo estaba que daba pena. Si, si, aún más pena que ahora. Los edificios no se habían empezado a restaurar, no había ni farolas ni adoquines. Abrir un negocio allí era toda una aventura. Pero el Coscorrón (considerado por Aitor y Juan Carlos un bar hermano), el Cure y otros pioneros estaban empezando a cambiar el panorama del ocio nocturno de Alicante. Eran tiempos de gran efervescencia musical. Sus protagonistas recuerdan muchos conciertos organizados en salas como Antidoto (lo que hoy es Confetti Sala) o La Tercera Ola (en lo que hoy es Ruta de la Madera), donde promotores como El Tigre o Fernando Metallic'KO traían a nombres bien reconocibles del Rock, Soul y R'n'B, artistas conocidos “a nivel de sala y no de estadio” (como apunta Juan Carlos), tales como Wilco Johnson, los Cinics o Barracudas. De aquella época recuerdan que en los bares y en los conciertos había menos gente, pero más entusiasta.


El Supporter siempre ha tenido una identidad propia. Por una lado, la identidad que le da su cuidada selección musical, fruto de la pasión melómana de sus trabajadores. Básicamente, un coctel bailable y reconocible (para bien) de rock de los 60, 70 y 80, con guiños al Rythm And Blues y al Soul, en donde los Clash se dan la mano con David Bowie y se van de marcha con Siniestro Total y los B52's con toda naturalidad y eclecticismo. También ha tenido siempre una identidad deportiva: el fútbol es la gran pasión de Aitor y Juan Carlos, y también de la primera clientela que se hizo asidua del bar. Así, los que seguimos al Hércules en los 90 recordamos a la Peña Supporter, el segundo gran grupo de Hinchas organizado que tuvo el equipo tras la peña Las Banderas. Hoy en día el testigo de aquella peña formada a partir del bar lo ha recogido Hercúligans. El Supporter bar, por si fuera poco, también tiene una identidad política propia: por afinidad de los dueños y, una vez más, por tendencias que marcó la clientela, el bar tiene un claro marchamo antifascista (otra vez el eclecticismo, aunque dentro de la izquierda).

Entrar en el Supporter es recibir una lección de historia para alguien que no vivió los 80 o 90 o estas décadas le pillaron muy pequeño. Sus paredes son un Museo de la Pegatina Reivindicativa de Alacant durante los últimos 20 años. Allí encontramos afiches engomados de partidos políticos de izquierda, campañas ciudadanas y también deportivas. Esta singular decoración ha sido totalmente espontánea, realizada por los habituales del bar a lo largo del tiempo. Sus trabajadores, aunque simpatizan con todas las pegatinas, confiesan no haber pegado ni una de ellas. Detrás de la barra, podemos encontrar la colección personal de entradas de conciertos de Aitor y Juan Carlos. Otra lección de historia, no solo de bolos a los que hayan asistido, sino también de conciertos que se han celebrado en la provincia de Alicante y de los cuales mi generación apenas ha oído hablar.


Sintomático es que la clientela del Supporter, como la de otros bares emblemáticos que perduran, se haya renovado, y varias generaciones sacudan el cuello entre cubata y cubata entre sus cuatro paredes. Uno de esos establecimientos hosteleros que,si despareciera se iría con ellos un trocito del alma del Alicante Cultural. De hecho ¿Por que no estudiar la declaración de BIC para Cherokee, Cure, Pixies, Coscorrón, Clan Cabaret y tantos otros? Sin ellos sería más difícil ¡Antimenfotizar Alicante!



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